Se basa en
el hecho de que los compradores de productos y servicios actúan movidos por las
mismas motivaciones básicas: seguridad, economía y confort. Las diferencias
entre un mercado y otro son solo matices y cursos de acción, no
conceptuales. En consecuencia, las mismas técnicas que se utilizan para vender
bebidas o automóviles pueden utilizarse para vender gestiones financieras,
asesoramiento, viajes, etc.
Según (Muñiz, 2014) “el marketing de
servicios debe entenderse como una ampliación del concepto tradicional. Este
debe, por tanto, reafirmar los procesos de intercambio entre consumidores y
organizaciones con el objetivo final de satisfacer las demandas y necesidades
de los usuarios, pero en función de las características específicas del sector”.
Es importante
tomar en cuenta la intangibilidad que caracteriza al servicio y su imposibilidad
de almacenamiento, lo cual dificulta la selección de ofertas competitivas para el consumidor; es por esto que el marketing mix se enfoca más en
variables como la tecnología y el tipo de clientes.
Referencias
Muñiz, R. (2014). Marketing
en el SXXI. Madrid: Ediciones CEF.
Tirado, D. M. (2013). Fundamentos
de Marketing. Castellón: Publicacions de la Universitat Jaume I.
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